Prosa y versos para jóvenes

Prosa y versos para jóvenes

Las alas de la poesía.

Mi foto
Cádiz, Andalucía, Spain
canastera de versos, alma de mujer... deseo tener las alas de la poesía. Espero de ti amigo lector, me sigas por este mundo mágico de la palabra. Aquí mis sueños, aquí mis desvaríos desde la cordura y la locura de ese alma que pretende no serte ajena. Espalda de papel. A flor de agua. Con el alma en pie. Blog© 2008

sábado, 12 de julio de 2008

Te Llevaré a la Luna.

Margarita, no tenía por costumbre abrir correos donde no reconociese al emisor. Sentada frente a su ordenador leía el asunto con que se presentaba el último e-mail recibido.
”Lo prometido es deuda” rezaba. Te he llevado a la luna.
Tras unos instantes de duda, Margarita dio paso libre a la misiva.

Hola Marga, ¿te olvidaste de la luna? Espero que no y que me hallas reconocido al instante. En esos momentos, Margarita dio un salto en el tiempo.
Ella y Rafa acababan de salir de la clase de música, el ratoncillo de Don Máximo les había hecho entonar delante de todos los compañeros una canción que hablaba de enamorados, y ellos con un amor nunca confesado, se sonrojaban con cada nota expuesta al público.
Al término de la clase la noche de la ciudad cubría los cielos más estrellados que nunca; los dos se dirigieron a un parque cercano y comenzaron a conversar sobre lo ocurrido. El humor de Rafa inundaba cada una de sus palabras, y envolvían a su persona entre risas convertidas en brisa y aliento de vida.
En un momento determinado su conversación se dirigió hacia los cielos y Rafa le dijo:-¿ves qué preciosa está la luna en su cuarto menguante? Margarita asintió y él prosiguió, un día te llevaré hasta allá y nos sentaremos sobre el cuerno de la luna. Nos divertiremos viendo todo lo que ocurre en la tierra y nosotros allí, alejados del planeta, comenzaremos a contar estrellas. A la más bonita le pondré tu nombre y si algún día te necesito o me necesitas sólo tendremos que mirarla y nombrarla. Seguro que nos oiremos y nos buscaremos-.En esos momentos un señor y su esposa paseaban por el parque,cerca de ellos. Rafa, decidido como siempre, rogó al matrimonio que les tomase una foto. Allí quedaron inmortalizados. Él con su pelo negro ensortijado y su guitarra al hombro, ella con sus trenzas y su falda de cuadros escoceses, abrazando los libros con una mano y sosteniendo la mano de Rafa con la otra. Los dos abarcando con una amplia sonrisa todo el enfoque;al fondo la luna en su cuarto menguante.

Marga, continuaba el e-mail, últimamente y sin saber por qué te he recordado intenso , hace mucho que no sabemos el uno del otro. Son cosas de los tiempos que vivimos, siempre entre prisas y dejando para mañana lo que debemos hacer hoy. Pero estos días ando tan mal que no hago más que mirar a las estrellas y llamar a la que lleva tu nombre. No he tenido respuesta desde mi corazón y he decidido pese al tiempo transcurrido sin interesarme por ti, escribirte desde la distancia para contarte que tengo roto el corazón y no tengo a quién contárselo más que a mi amiga, mi dulce amiga de juventud; a ti que fuiste mi amor y que jamás llegué a confesártelo por miedo a que una relación de pareja acabase con lo nuestro, con esa preciosa amistad que vivíamos.
Perdona mi egoísmo mi reina, pero te necesito.

Ahí abajo encontrarás como Rafa es hombre de palabra.

Margarita avanzó como loca al final del e-mail. Rafa había hecho un montaje sobre la foto original, y ahora ellos aparecían sentados sobre el cuerno de la luna; allí la guitarra, los libros, los cabellos negros de Rafa, las trenzas de ella, y una sonrisa tan amplia, que Margarita se llevó las manos a la cara y comenzó a sollozar de emoción ante tanto recuerdo. Ella y Rafa tan lindos, tan jóvenes y ahora necesitándose tanto.
Margarita extrañó a Rafa con furia y salió al balcón a buscar la estrella que él había bautizado con su nombre, al tiempo que un eco del universo le regresaba el grito de Rafa: ¡Margabella!

miércoles, 2 de julio de 2008

La tristeza del mandarín.

En un palacio de China,
por un jardín de naranjos,
pensativo va Chun Li,
meditando, cabizbajo.

Cuando era pequeñito,
jugaba con la princesa,
siempre dispuesto a cumplir,
¡las órdenes de," Su Alteza"!
¡Al escondite!
al escondite.
¡Al coger!
al coger.
¡Al trepar!
al trepar.

¡Caprichosa princesita!
no me tires de la trenza
o me voy de este palacio.
¡Niña tonta! Niña necia!

Convertido en mandarín,
frecuentaba otras princesas,
pero nunca olvidaría
a la de boca de fresa,
pómulos de porcelana,
ojillos, pitiminí
que le peinaba su trenza,
con peinetas de marfil.

¡Estaba loco por ella!
Hoy lo comprendió al fin,
cuando vio que desposaba,
sin él poderlo impedir.

¡Viajaría a Kapurthala!

¡Triste cuento!
¡Triste fin!